viernes, 23 de septiembre de 2011

Animo che!!!



A la mañana me levanté, desde luego, rezagado, como siempre. El baño me espera. No hay objeto en este lugar que no me conozca, que ya no se sorprenda de mi existir, como muchos otros. Un meo, una cepillada de dientes, el peine roto y a otra cosa. Otra cosa son unos mates amargos, se da; se da fácil con esta palabra. El mundo lo sabe.
La puerta cerrada es abierta con la llave y vuelta a cerrar. En la parada del bondi no hay palabras, solo una infinita cola de aquí a la eternidad. En cada rostro triunfa la distancia.
¿sonrisas? Bien, gracias, no me gustan las galletitas.
¡arriba ánimos! Que se duermen las esperanzas y hay que ir a trabajar. ¡arriba que nos vamos! Un pasito más por favor.
Se maleduca un niño porfiado que no quiere ir a estudiar. Una señora gorda ronca como una morsa. Un jovencito se arregla el pelo todo el tiempo. Una mujer embarazada vomita, y ahí sí. Algo diferente. Mejor.
En el trabajo, trabajo. No hay mucho más y así horas y horas y horas y horas.
A la tarde se vence el cuerpo que ya quiere descansar, pero siempre aguanta un poquito más, ya lo dice la publicidad. Así que más que tarde, tarde noche. Hoy gané unos pesitos más.
Otra vez la cola, pero ahora de regreso, de la eternidad hacia el infinito. ¡animo gente! Que estamos de regreso. Un sin fin de puteadas porque lo de ¡animo! Lo dije en voz alta.
Cinco colectivos, porque en el primero no entraba. La llave en la cerradura, la puerta. De la calle al encierro, del encierro a la ducha, de la ducha al comedor, del comedor a la cama, de la cama a la soledad, pero antes, el despertador.

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