lunes, 14 de noviembre de 2011

Día 1 de Oniro



Gotea el techo. Sangre sobre la camisa blanca de alguien
Te ves hermosa con tu pelo largo y fuego. Y estas también ahí, pero distinta, mas joven, y sos otra: Rubia, diferente.
Nos encontramos en una fiesta de alguna persona que tiene gustos extraños. Como coleccionar aparatos antiguos de tortura.
Vos fuiste con tu compañero. Me refiero a vos, la otra, la más joven.
Se pone en funcionamiento un aparto de tortura antiguo. Un garrote de metal con dientes afilados.
Da en la cabeza de tu compañero. Él cae desplomado en el piso. Mucha sangre. Muere
Ya no hay nadie en la fiesta. El coleccionista de esos aparatos resulte ser yo
¿Qué hacemos?
En ese momento estas vos la otra y vos, la de pelo largo fuego, que nos ayuda dándonos ideas para deshacernos del cadáver. Lo hacemos
Ahora hay tiempo para el amor. Comenzamos teniendo sexo en el sillón de la sala para terminar haciéndolo al costado de la acera en un barrio de alguna ciudad, mientras esperamos a que vos, la de pelo largo, salga de hacer las compras de una farmacia.
Esquivamos los autos, mientras nos revolcamos medio desnudos medio tapados, con una sabana por la calle.
Ahora nos sentamos al costado de una vía de ferrocarril a charlar los tres. Vos, vos la otra y yo. Una mezcla de alegría y tristeza me inunda. ¿Quién sos?

Voy a visitarte a tu departamento, y te veo. Radiante con tu pelo fuego, me enamoro, todo es como si ya hubiera sido... que triste. En el departamento me encuentro con mi amante, las dos viven juntas. No podía ser de otra manera. Juntos buscamos un buen método anticonceptivo.
Tendremos mucho sexo con vos la otra, y a la otra la extrañare.

Del techo gotea mucha sangre que cae en la camisa blanca de alguien.

1 comentario:

  1. Durante un tiempo (demasiado) fue, básicamente, así. Sólo que yo sí sabía de quien eran la sangre y la camisa, y las dos eran mías. Años después llegué a la conclusión de que sólo yo estaba. Es terrible cuando amas a alguien que ya no te gusta, que te repugna como ser humano. Es abominable cuando llegas a la conclusión de que la persona de la que te enamoraste nunca ha existido. Creo que no siempre hay dos otros: en ocasionas uno es sencillamente ficticio, inventado para la ocasión con el único fin de encandilar a la víctima. Otras veces, en efecto, eresulta inevitable: ni nosotros mismos podemos saber con certeza cómo evolucionaremos... Abrazos.

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